Él, que había proclamado a los cuatro vientos su rebeldía antisistema, su vida playera y el “Quién me va a enseñar a mí…” se sentía de repente anonadado, inseguro y poco preparado. El repentino calor que subió por todo su cuerpo, acompañado del retortijón mas fuerte que hubiera sufrido ser humano alguno hicieron que huyese corriendo. Tal cuál, sin camisa, exhibiendo tatuajes sin significado en busca de una letrina.

Que Marco Antonio González saliera esa mañana con sus hijas, en busca de su Escuela de Surf, nunca figuró entre sus planes.

1. “Monitores titulados”, “Atención individual”, “Centro de Enseñanza”…muy bien, me habeis convencido, dijo Marco Antonio a sus hijas.
2. Pero iré yo con vosotras, nos apuntamos los tres que yo también quiero probarlo, apuntilló…

El joven director de Instituto se dirigió a la Escuela con sus hijas donde lucía palmito Juan Bellota.

1. Hombre Juanito, tantos años, ¿No me digas que tu también vas a apuntarte a Clases de Surf?...Si para ti la Enseñanza era una mierda ¿no?, a ti no íbamos a enseñarte nada unos pringados como nosotros…Dime, ¿Qué has hecho con tu vida?, por que dejar el Instituto sin terminar la Secundaria…¿A qué te dedicas?, con ese moreno me imagino que a la construcción, aunque siempre renegaste de perder el tiempo trabajando…¡Vaya, que velocidad, no era para que huyese tan rápido, ni que hubiera visto al lobo…! En fín…
2. Hola buenos días, estaba buscando un profesor de Surf para que nos enseñe a mis hijas y a mí; sí, toda la semana…
3. Un momento, dijo la chica que atendía el negocio…

Sí, sí, vosotros reíros, pero esta historia es absolutamente verídica y ocurrió en este país. Os lo digo porque soy amigo de Juan Bellota, que es su nombre ficticio.

Keep Surfing!!!